....Era una escalera empinada, peldaños de yeso y manperlanes de madera. Una pared alta, a un lado y otro, la hacían más estrecha y oscura. Al final, una cámara de techos bajos, escondía montones de utensilios que para nada servían y que limpiábamos, año tras año, para volver a su rincón y empolvarse de nuevo. Era la escalera de la tristeza.
Esa noche, como tantas otras, en el silencio se escuchaba el llanto de mi madre. Abrí muy despacito la puerta de nuestra habitación, mis hermanas dormían, pasé por la de mis padres, mi padre continuaba con sus botellas de suero- aquellas botellas de cristal con gomas marrones- en ambos brazos, descansaba. Asomé mi cabeza por el hueco de la escalera y la vi - casi escondida y a oscuras- sentada en uno de esos peldaños, tapando la boca para ahogar su llanto.
Los escalones eran "enormes" para una niña de muy pocos años -casi tuve que ayudarme con las manos para subir- me acerqué, me abrazó y sentó a su lado y "así", como casi siempre, pasamos una noche más juntas.
Que bien escribes!!! Me ha gustado mucho el micro relato.
ResponderEliminarNada mejor que la visión de la perspectiva del tiempo, bajo la atenta y sorprendida observación de un niño.
Bonito relato de una escalera triste....
Gracias y besos
Triste escalera de muchas noches tristes. Es sorprendente la memoria en ocasiones, casi fotográfica.
EliminarGracias por estar.
Detalles, nostálgica historia nos dejas de crudos inviernos, de la cruda realidad de una madre sufriendo y del calor que tratabas de darle.
ResponderEliminarTe mando un caluroso abrazo
Sau, ese calor nos lo dimos mutuamente mientras nos tuvimos. Todas las madres son especiales, la mía, aún más. Fue fuerte y me hizo fuerte.
EliminarGracias por esa muestra de calor humano.Un beso
Aunque las llene de sufrimiento y estén frías como un tempano las madres siempre son capaces de insuflar gran calor al cuerpo.
ResponderEliminarPrecioso y triste relato, muy bien narrado, con mucho sentimiento. =)
Sí, es cierto...como el calor de una madre no hay otro. Por desgracia desde muy joven tuve que renunciar a él, pero de pequeña me dio tanto que aún quedan restos para transmitir yo.
EliminarGracias primor, te he echado de menos. Me alegra saber de ti.
Emotiva historia y no menos cierta que se podría trasladar a infinitos hogares, pues el personaje que evocas es tan único y a la vez tan universal que lo hacen ser tan especial... Gracias por hacer recordar...
ResponderEliminarUn beso.. . Magnífico el post....
Un abrazo también pues te lo mereces.
Elperroverde
Únicas y especiales cada una de ellas.
EliminarEspero que ese recuerdo haya sido grato, seguro que sí.
Gracias, me quedo ese abrazo.
(No puedo comentar en tu blog, una entrada buenísima y aguda como siempre, intentaré más tarde)